sábado, 26 de julio de 2008

Un cuento chino de Fritz Du Bois

En su columna del 9 de junio en el diario El Comercio, el economista Fritz Du Bois cita un pasaje de un libro que rápidamente se ha convertido en un best-seller mundial: El mundo postamericano. Según la versión de Du Bois:

"[...] el autor Fareed Zakaria menciona que cuando les pregunta a funcionarios chinos sobre la solución para aliviar la pobreza en el campo, le responden que se debe dejar que los mercados operen para acelerar el proceso de industrialización y la migración a la ciudad, es la única forma de combatir la pobreza rural. Les hace la misma pregunta a latinoamericanos y le dan complicadas explicaciones sobre la necesidad de asistencialismo y subsidios a los pobres campesinos, exactamente lo contrario de los chinos, ya que inhiben el desarrollo de los mercados y condenan a seguir en la pobreza a la gente del campo".

Estoy revisando el libro de Zakaria y observo que la cita de Du Bois omite muchas cosas. En primer lugar, Zakaria menciona que no sólo le hizo esta pregunta a latinoamericanos, sino también a funcionarios de la India (país del que es originario). ¿Por qué esta omisión? Segundo, el pasaje que cita pertenece a un apartado que se titula "¿Planificación central que funciona?", un apartado donde, precisamente, se refiere a la estrategia china de planificación central para el crecimiento económico. Dudo mucho que Du Bois suscriba una política económica similar. ¿Estas son objeciones menores o importantes? Creemos que son importantes y que la traducción de Du Bois no sólo es sesgada, sino tendenciosa. Veamos lo que dice el texto de Zakaria y luego haremos unos comentarios. La traducción es nuestra.

"Una vez pregunté a un funcionario chino cuál era la mejor solución para la pobreza rural. Su respuesta: 'Debemos dejar que los mercados trabajen. Ellos sacan a la gente de la tierra y la envían hacia la industria; del campo, hacia las ciudades. Históricamente esa ha sido la única respuesta a la pobreza rural. Tenemos que seguir industrializándonos'. Cuando le hago la misma pregunta a funcionarios de la India o Latinoamérica, emprenden explicaciones complicadas sobre la necesidad de la asistencia al campo, subsidios para campesinos pobres y otros programas similares, todos diseñados para frenar a las fuerzas del mercado y retrasar el proceso histórico -y frecuentemente doloroso- de industrialización dirigido por el mercado. "

Existe una razón ideológica por la cual Zakaria pone a China en un lado y a la India y Latinoamérica en el otro. India, como se complace en mostrar en todo un capítulo de su libro, es una democracia. Lo mismo se puede decir de gran parte de la América Latina contemporánea (ambos casos con todos sus bemoles e imperfecciones, que no vamos a discutir aquí). En cambio, China no es una democracia y no tiene que preocuparse por la opinión de sus habitantes. Fritz Du Bois omite esta información que sí aparece en el libro de Zakaria, sacando de contexto la cita. De este modo, oculta al lector que los planteamientos del funcionario chino sólo son posibles en un régimen autoritario como el chino y no en una democracia como la que el Perú pretende construir (uno se pregunta si habrá alguna nostalgia de Du Bois por tiempos más autoritarios). Por otro lado, China dirige su proceso de industrialización mediante la famosa "planificación central", algo muy distinto del libre mercado que suele proponer Du Bois.

Pero hay algo más, algo que Du Bois y el citado funcionario chino (y el propio Zakaria) olvidan. No sólo de pan vive el hombre, dice la famosa frase del evangelio de Mateo. La pobreza rural no es impersonal, el campo no está poblado de cifras incómodas que necesitan ser trasladadas hacia la economía de mercado. Estamos hablando de personas y de comunidades. Personas que tienen una cultura, tradiciones, relaciones entre sí y con su lugar de origen. La migración del campo a la ciudad implica un cambio completo y muchas veces traumático en la vida de las personas que la emprenden, especialmente si se ven forzados a migrar por motivos como violencia, hambre o epidemias.

Du Bois omite mencionar otro punto que se desprende de manera evidente del comentario del funcionario chino: de acuerdo con su visión, el estado no hará nada por disminuir la pobreza rural, excepto empujar a sus habitantes fuera del campo en dirección a las ciudades. Aquellos que no puedan o no quieran emprender el éxodo permanecerán en situación de exclusión. ¿Es ese el país que deseamos construir? La gente de las ciudades suele olvidar lo extraordinariamente costoso que puede resultar la migración a la ciudad. No sólo en términos económicos (reunir el dinero para el transporte y la alimentación puede llegar a ser toda una hazaña en muchas zonas de extrema pobreza). Hay hechos que no se miden en las cifras que nos exhiben los heraldos del crecimiento económico y el libre mercado: el desarraigo, el dejar atrás las tradiciones, en muchos casos dejar el idioma materno, la hostilidad de la ciudad hacia los migrantes, etc.

Este año 2008, el gobierno peruano emitió un decreto para promover la inversión privada en las tierras que pertenecen a las comunidades campesinas, en especial facilitando su venta. El discurso oficial del gobierno indicó que el propósito de dicho decreto era "poner en valor" las tierras de las comunidades. Es notorio que quienes insisten en "poner en valor" el campo se refieren básicamente a poner letreros de "se vende" o "se alquila" en las tierras de las comunidades. Nada importan la diversidad cultural, las tradiciones, la extraordinaria riqueza lingüística, la fascinante cosmovisión, entre otros saberes y riquezas de nuestras naciones andinas. La visión que parece suscribir Du Bois, la de empujar a los habitantes del campo a la ciudad como única forma de solucionar la pobreza rural, es indiferente a la destrucción de este invaluable patrimonio cultural. La economía no lo es todo, como harían bien en recordar los entusiastas de las "puestas en valor" que sólo observan las cifras.

Como era de esperarse, el mencionado decreto del gobierno peruano decreto motivó polémica y despertó muchas críticas en la sociedad peruana. En su columna, Fritz Du Bois opina que quienes se oponen a esta ley: "se rasgan las vestiduras porque los 'pobres campesinos no saben y los especuladores se van a aprovechar' y exigen derogar la norma para mantener un statu quo que impide a los más pobres rentabilizar su único activo. Es un paternalismo llevado al absurdo, dispuesto a perpetuar la situación actual de extrema miseria de millones solo por la obsesión de evitar que alguien pueda hacer una utilidad."

Error. A los argumentos que ya hemos expuesto sumamos uno más. La rapacería es algo completamente real y la situación de exclusión de la población rural es una invitación abierta a los atropellos. Mencionemos sólo un ejemplo reciente. El programa La ventana indiscreta emitió un reportaje el 21 de julio, en el cual mostraba que el hijo de un ex ministro de agricultura del actual gobierno había despojado de sus tierras a un grupo de humildes comuneros. Los documentos fraguados que utilizó para el despojo se tramitaron con una velocidad sospechosa cuando su padre aún era ministro de agricultura. Esto sucedió en Ferreñafe, Chiclayo, en una costa peruana bien conectada con el resto del país y en pleno crecimiento económico. ¿Qué cosas suceden o sucederán en una sierra y una selva con mucha menos comunicación con el resto del mundo? Preguntas que deberíamos plantearnos antes de festejar modelos que, en el ejemplo de Fritz Du Bois, no son más que modelos para terminar con la pobreza rural terminando con lo rural.


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