domingo, 8 de junio de 2008

Perú, Bolivia y la CAN. La miopía de las coyunturas.


Las últimas semanas hemos leído numerosos artículos de opinión sugiriendo que el Perú se retire de la Comunidad Andina, debido a los obstáculos que los actuales gobiernos de Bolivia y Ecuador representan en la carrera peruana por los TLC. El diario El Comercio dedica su editorial del domingo 8 de junio a la supuesta inviabilidad de la permanencia peruana en la CAN.

Sugerir que el Perú se retire de la Comunidad Andina debido al retraso que presidentes como Evo Morales y, en menor medida, Rafael Correa, suponen para alcanzar un acuerdo con la Unión Europea (y también para implementar el TLC con Estados Unidos), no es más que una muestra de miopía, incapaz de ver más allá del corto plazo y de la coyuntura.

Seamos claros. Evo Morales no es el rey de Bolivia ni su presidente vitalicio. Su periodo presidencial termina (nominalmente) antes que el de Alan García. Las elecciones bolivianas se llevarán a cabo (a menos que se altere el orden democrático actual) en el año 2010. Una permanencia de Evo Morales en la presidencia más allá de su actual periodo no parece probable en un país que en lo que va del siglo XXI ha conocido seis presidentes.

La historia nos indica además que Bolivia también ha tenido presidentes que han apostado por el libre mercado y la apertura económica. Mientras el Perú elegía el proteccionismo y las estatizaciones, suspendía los pagos de deuda externa y su economía quedaba destrozada por la hiperinflación y la devaluación, durante el primer gobierno de Alan García; Bolivia emprendió una política económica de apertura de mercado y reformas liberales, bajo el gobierno de Paz Estenssoro. La economía boliviana sorteó los ochenta con más solvencia que el Perú.

Retirarse ahora de la CAN debido al gobernante de turno en Bolivia sería cerrar los ojos a las relaciones del Perú con sus vecinos en el mediano y largo plazo. Los entusiastas del rompimiento con la CAN suelen mencionar que Chile se retiró del acuerdo en los setentas para impulsar una apertura de mercado orientada hacia otras latitudes. Pero olvidan decir que el aislamiento de Chile con respecto a sus vecinos ha empezado a pasarle la factura. Los problemas energéticos que sufre Chile en una América del Sur rica en energía es un ejemplo palpable de las consecuencias de no haberle prestado suficiente atención al vecindario.

Por otro lado, la Comunidad Andina actual no es la misma de los años setenta (llamada entonces Pacto Andino), y ofrece posibilidades para una integración regional. El socio mayor de la actual Comunidad Andina, Colombia, tiene una población (44 millones de habitantes) mayor que la combinación de Ecuador y Bolivia. Reforzar los lazos dentro de la Comunidad Andina con una Colombia encaminada a la apertura comercial es más inteligente y provechoso en el mediano y largo plazo que patear el tablero de la CAN debido a discrepancias (por serias que puedan parecer) entre dos de sus gobiernos. ¿Qué sucederá cuando Bolivia elija de nuevo a un presidente que apueste por la apertura económica? ¿Vamos entonces a estar entrando y saliendo de la CAN con cada cambio de gobierno en nuestros vecinos?

La integración de un espacio como la CAN no se restringe a lo económico. Los vínculos culturales, históricos, lingüísticos (no sólo hablamos Castellano), ecológicos (la espléndida biodiversidad de cada uno de los países miembros) hacen de la CAN un espacio natural para el Perú y sus ciudadanos. Que las integraciones no son sólo económicas lo saben bien los gobiernos de la Unión Europea. Porque, pese a que muchos creen que sólo es un TLC, el acuerdo con la Unión Europea no es sólo un Tratado de Libre Comercio. De lo que se trata es de integración. Y esta va más allá de los acutales periodos de gobierno de Alan García, Rafael Correa, Evo Morales y Álvaro Uribe.

Altura y pelos

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