Durante los últimos días de octubre de 2008, la decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de estatizar el sistema privado de pensiones en la Argentina causó revuelo dentro y fuera de sus fronteras. Ante la consecuente caída en picada de la bolsa de Buenos Aires y el fuerte golpe sobre la bolsa española, ambas ya bastante deprimidas debido a la crisis internacional, los más críticos destacaron que los Kirchner había cumplido con hacer su aporte a la crisis financiera global. Aporte agravando la crisis, se entiende. Incluso circularon comentarios sugiriendo que la Argentina estaba entrando al ataúd sin que nadie la empuje.
Algunos memoriosos y otros nostálgicos recordaron la cruzada de Alan García por estatizar la banca peruana en 1987. De hecho, ante el "rescate" o "intervención" de Estados Unidos y diversos países europeos (el caso más notable es el de la que considerábamos "la próspera Islandia") en sus grandes bancos, algunos ya evocaron la gesta estatizadora aprista de 1987. Pero ante la decisión de los Kirchner, en nuestro vecindario latinoamericano, de estatizar los fondos privados de pensiones, alguna expectativa surgió por el rumbo que tomarían las administradoras de fondos de pensiones en latinoamérica, conocidas como AFJP en la Argentina y AFP en el Perú. Especialmente en el caso peruano, donde el dinero administrado por las AFP superaba, antes de la crisis financiera, los 20 mil millones de dólares. Cantidad que, todos concuerdan, ha descendido sensiblemente desde que se desató la llamada crisis "subprime". ¿Qué pasará con Alan García y las AFP?
¿Habrá una ola de nacionalizaciones o intervenciones estatales entre las AFP latinoamericanas? Esta pregunta ya ha sido formulada en diversos países del continente. Más allá del eventual triunfo de la nacionalización del sistema de pensiones argentino (a la propuesta de ley de la presidenta le espera un arduo camino en el Congreso y eventualmente en el Poder Judicial), la pregunta se mantiene. Las críticas al sistema privado de pensiones han sido muchas (y algunas legítimas) en todal la región debido a la caída de los fondos privados. Esta historia tomó un giro inusual cuando, para sorpresa de muchos, la propia presidenta Fernández de Kirchner defendió su política de nacionalizar los fondos de pensiones en la Cumbre Iberoamericana que se llevó a cabo en San Salvador. Por donde se mire, un escenario inusual para defender una política que en principio es decisión soberana de la Argentina. ¿Tendrá esto alguna repercusión en el Perú?
No hace falta ser un agudo analista para darse cuenta de que el presidente Alan García no moverá un dedo para estatizar las AFP. García, quien durante el periodo 1985-1990 rompió cuantas lanzas tuvo a la mano en pro del intervencionismo estatal, quebrando de paso al Perú; ahora es un converso que arremeterá contra todo por el Santo Grial del Libre Mercado. La bipolaridad de su fundamentalismo es pasmosa, pero innegable.
Lo más sorprendente de los fundamentalismos de Alan García es que siempre se las arregla para llegar tarde, al momento de las sobras. En su primer gobierno, cuando el modelo que defendía naufragó con estrépito, en medio de la peor de las crisis económicas que haya vivido el Perú. Ahora, cuando estalla la burbuja del neoliberalismo y lo que queda de la poderosa banca de inversión en Estados Unidos hace lobby por ser rescatada.
Aunque es muy pronto para saber cómo terminará la historia de las AFJP argentinas, es seguro que el costo para los Kirchner será mucho más alto de lo que hubieran podido imaginar al abrir lo que está resultando ser su Caja de Pandora. Por lo pronto, la corte de Nueva York inmovilizó hasta 2000 millones de dólares de las AFJP argentinas. Alan García, quien ya se enfrentó al sistema financiero mundial en su primer gobierno, en esta faceta no estará dispuesto a correr con un riesgo semejante.
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1 comentario:
Es que la estatización argentina corresponde a una maniobra desesperada del gobierno por cumplir las obligaciones que asumió con entidades como el FMI. Necesitan el dinero de las AFJP para salvar su contradictorio pellejo, pues hay que recordar quelos Kirchner se capitalizaron politicamente por un discurso "anti neoliberal" que despotricaba contra las entidades con las cuales se endeudaron y ahora tienen que pagar.
Lo de Argentina terminará en desastre que el discurso dificilmente podra maquillar esta vez como si lo hicieron con el corralito. Los argentinos, me temo, pagaran el precio de dejarse llevar por promesas populistas.
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